CO.INCIDIR 72

En febrero nacen los milagros, en sus últimas semanas brotan semillitas de ojos dormidos. Un anticipo se cierne sobre las plazas; uno que otro deambula la tarde blanca, con asomo de vientos inusitados, jamás volando, antes, a tal velocidad. Podríamos decir que es otro síntoma del cambio climático, que los alisios vendrían a abrumarnos de fuego, de llamas golpeando el rostro de las últimas araucarias, el viento y sus ejércitos de aire en masa, cayendo sobre las avenidas y sus muertos. Nada de eso es cierto, con excepción de los ejércitos. A mí me han dicho que no cierre los ojos, que los cubra con antiparras en resguardo del ataque de los cuervos, no los que habitan los bosques y las costas; no, los otros, los cuervos androides, los que sacaron los ojos de los duendes de las cosechas, hijos de la tierra flameando junto a los tótem y los brujos. He ahí la maldición que nadie predijo: los ojos son sagrados, porque es la forma en que los dioses pueden conocer los colores de su creación. Por eso, no se crean eso de que los vientos son corrientes de aire que se producen en la atmósfera al variar la presión, pamplinas: los vientos son el ejército de muertos que viene por ellos, por los cuervos androides y quienes aplicaron sentencia. El viento de la plaza, si tú lo escuchas, si le prestas atención, trae el último recuerdo de los desaparecidos cayendo sobre las olas; el susurro de la madre de Camilo Catrillanca llamándolo a encender la noche antes de despeñarse sobre los tractores y su sangre. La noche del Wallmapu dio aviso a todos los asesinados que se habían convertido en breves corrientes de aire vagando el bardo de la injusticia. No hubo ni uno que quedara detenido mirando las mariposas monarcas llorar la muerte de las alas de Homero Gómez en los bosques de Michoacán. Ni uno quedó indiferente al llamado de la noche y su expiación. Las mariposas se les unieron en bandadas. Por eso, cuando sientas la caricia del viento sobre tus párpados, sabe que, al otro lado, los cientos de miles de muertos, vagabundos del bardo de los sueños inconclusos, se precipitan empuñando sus propias cabezas destrozadas como lanzas de águilas decapitadas, floreciendo mariposas a finales de febrero. Los ejércitos del viento no dejarán ningún asesino en pie. Así nos encuentra nuestro sexto aniversario. Otro año más para Co.incidir

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