CO.INCIDIR 103

Se derrumba el cielo, una gran boca gruñe desde lo alto, hay horror, llora. Y tú viniste caminando entre las piedras, diminuta ventisca, pedacito de amor. Nacer para comenzar a morir, esa es toda la historia, el resto, llenar los días de proyecciones del sueño, donde el primer paso es justo el sitio donde tuviste la suerte de despertar. El destino es sólo hacia donde caminas. Dibuja el miedo y levántate, es hora de madrugar. Hay pájaros que no duermen, sólo cantan, ellos conocen el peligro de cerrar los ojos y viajar a los abismos. Y si por alguna razón en el sueño encuentras el lugar inesperado, el que trae cierta alegría desconocida, amigos, mejores amigos que éstos, un voz tibia y confiable, un camino inofensivo, no despiertes, busca en la hora sumergida un sitio donde esconderte y no despiertes hasta que no exista forma de despertar jamás. Y si tienes la suerte de encontrar una mano que acaricia, pídele un minuto, un poco de tibieza, mira a sus ojos con tus ojos, mira hasta el fondo, quizás puedas hundirte allá donde no llega la memoria. Y si aun así despiertas y te encuentras con la luz abrupta, con el dolor insoportable, con la tristeza, sólo espera, que las horas son ráfagas de sueño, pájaros breves que sólo cantan, voces desconocidas que duran poco. Y si aun así das el primer paso, quizás te encuentres conmigo y yo sea otra, una voz tibia y confiable, esa que transita el camino inofensivo donde despertar no sea necesario, y el sueño, una forma de no despertar jamás.

No hay comentarios:

Publicar un comentario