CO.INCIDIR 59

Yo quería una página en blanco. Blanco como la tarde que descansa sobre el mundo esta tarde. Blanco como el vacío donde se sumergen los colores, blanco como el sol sobre los párpados cerrados; blanco, blanco como el cabello de los más sabios. No podía distraerme atrapada en símbolos, algoritmos, pausas matemáticas, jeroglíficos venidos del futuro. No, necesito este espacio por delante como cuando niña necesitaba la vasta arena de la playa al atardecer, planicie metalizada, límpida, lista para respirarla al danzar. El espacio por delante, vacío, posible, cosechable, movimiento, expansión. Hay un blanco que se despliega detrás de ella, de su sonrisa y su silencio; niña blanca sin palabras, niña donde los pájaros blancos hacen nido. Hay un blanco que se tienta de colores, que recibe boreales y risas de sueños que no alcanza a recordar. Hay un blanco que descubrió que podía nombrarse a sí mismo a través de los hombres que dicen poesía. Un blanco que duerme al centro del universo y a veces se escurre hacia sus contornos y cae muerto de la risa donde se dibujan las órbitas de los nuevos planetas dormidos. Se miran de frente y no saben si es verdad o sueño. Y van lentamente hasta el límite de lo posible y saludan a las aves azules que cortan los boletos a la entrada y dicen "bienvenidos al sueño de ser". Un blanco elige la segunda cuerda para saltar al vacío. Y navega con las alas extendidas con una extraña cosa que nombra libertad. Ahí el blanco crece, madura. Acepta el silencio de la niña, el blanco silencio donde ella escribe. Ella anda dando vueltas mientras este blanco se va plagando de sí mismo. Ella viene ahora y me llama con sus pasos y hay una larga historia detrás de su sonrisa, y cientos de vidas cantan con sus ojos, y yo lo sé todo cuando dejo mi espacio en blanco, sin expectativas. Ella sabe que una blanca llanura, mirada desde el cielo, siempre nos hará co.incidir. Bienvenida edición 59 en el nuevo año, justo a un mes de cumplir 5.

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