CO.INCIDIR 55

El sol detrás de los vagones. Hemos llegado a la estación de la Esperanza. Cientos descendemos hasta el lecho del mar. La balsa emerge desde la ciudad de fuego, la de la transformación. La balsa es una llama de agua que enciende el camino de retorno; una ciudad sumergida donde todos los intentos son colibríes que nos llevan hasta los amigos muertos. Ellos llegaron antes. Se vistieron transparentes porque nada puede interrumpir el nacimiento de un océano. Las moléculas cruzan sus corazones. Nadie ha escuchado jamás tanta alegría. Era verdad el sueño. Hay otra tierra, con amaneceres sobre adoquines y un camino angosto hacia el sur. El sueño donde todos volvemos a nacer, y la muerte es una historia que dialoga con el final del día, ese detrás de un horizonte donde jamás llegaremos. Los vagones han viajado de norte a sur siempre. El vacío es una puerta al universo. El poniente, una caída en aeroplano. La humedad sideral se posa a nuestros pies. Vamos retornando uno a uno y el agua es un susurro, el eco del sueño justo antes de despertar. Allí estará Alberto y Tere sonriéndonos detrás del árbol del fondo del mar. Allí estarán porque así era el acuerdo de los colibríes: llevarnos hasta la húmeda espesura donde las estrellas siempre fueron la esperanza de Co.incidir. Bienvenida edición del mes de la esperanza.

No hay comentarios:

Publicar un comentario