EDICIONES MENSUALES
- Página principal
- CO.INCIDIR 25
- CO.INCIDIR 26
- CO.INCIDIR 27
- CO.INCIDIR 28
- CO.INCIDIR 29
- CO.INCIDIR 30
- CO.INCIDIR 31
- CO.INCIDIR 32
- CO.INCIDIR 33
- CO.INCIDIR 34
- CO.INCIDIR 35
- CO.INCIDIR 36
- CO.INCIDIR 37
- CO.INCIDIR 38
- CO.INCIDIR 39
- CO.INCIDIR 40
- CO.INCIDIR 41
- CO.INCIDIR 42
- CO.INCIDIR 43
- CO.INCIDIR 44
- CO.INCIDIR 45
- CO.INCIDIR 46
- CO.INCIDIR 47
- CO.INCIDIR 48
- CO.INCIDIR 49
- CO.INCIDIR 50
- CO.INCIDIR 51
- CO.INCIDIR 52
- CO.INCIDIR 53
- CO.INCIDIR 54
- CO.INCIDIR 55
- CO.INCIDIR 56
- CO.INCIDIR 57
- CO.INCIDIR 58
- CO.INCIDIR 59
- CO.INCIDIR 60
- CO.INCIDIR 61
- COINCIDIR 62
- CO.INCIDIR 63
- COINCIDIR 64
- CO.INCIDIR 65
- CO.INCIDIR 66
- CO.INCIDIR 67
- CO.INCIDIR 68
- CO.INCIDIR 69
- CO.INCIDIR 70
- CO.INCIDIR 71
- CO.INCIDIR 72
- CO.INCIDIR 73
- CO.INCIDIR 74
- CO.INCIDIR 75
- CO.INCIDIR 76
- CO.INCIDIR 77
- CO.INCIDIR 78
- CO.INCIDIR 79
- CO.INCIDIR 80
- CO.INCIDIR 81
- CO.INCIDIR 82
- CO.INCIDIR 83
- CO.INCIDIR 84
- CO.INCIDIR 85
- CO.INCIDIR 86
- CO.INCIDIR 87
- CO.INCIDIR 88
- CO.INCIDIR 89
- CO.INCIDIR 90
- CO.INCIDIR 91
- CO.INCIDIR 92
- CO.INCIDIR 93
- COINCIDIR 94
- CO.INCIDIR 95
- CO.INCIDIR 96
- CO.INCIDIR 97
- CO.INCIDIR 98
- CO.INCIDIR 99
- CO.INCIDIR 100
- CO.INCIDIR 101
- CO.INCIDIR 102
- CO.INCIDIR 103
- CO.INCIDIR 104
- CO.INCIDIR 105
- CO.INCIDIR 106 (PARTE 1)
- CO.INCIDIR 106 (PARTE 2)
- CO.INCIDIR 107
- CO.INCIDIR 108
- CO.INCIDIR 109
- CO.INCIDIR 110
- CO.INCIDIR 111
- CO.INCIDIR 112
CO.INCIDIR 97
Vamos dejando atrás
el dolor,
la memoria.
Como zombies seguimos caminando
hacia ningún destino.
Tanta tristeza,
tanta.
Me persigue la angustia de no poder decir nada, de que todo se convierta en un fondo marino, una cápsula de agua, donde toda realidad sea sólo un retumbar las paredes líquidas y absurdas de un sueño. Y continuar así hasta el último día, indiferente, sorda, ciega, nadando hacia la muerte repentina, sin despedidas, sin un abrazo, sin hijos de testigos, en la última habitación de la casa, la más cercana al patio, para salir por la puerta trasera sin cruzar recintos donde los sueños son todavía un destino probable. Y más allá, la calle a oscuras, los pasos, ese miedo humano a la oscuridad, ese miedo tan reciente que se abandona como se abandona todo, ese que en la próxima cuadra será otro recuerdo de una vida. Porque el terror más grande es perder lo perdido, y cuando transito por la calle de la muerte el pavor adquiere nuevos significados, nuevos orígenes. La oscuridad imborrable, la perpetua. Desaparecer, disiparse, cipselas repartiendo fracciones de una historia, fibras traslúcidas donde se advierten los primeros gestos, las primeras palabras, los besos, las lágrimas, el canto, la fiesta, y ese último silencio que da la vuelta completa hasta ser eco en las aguas. Y luego el mar, el mar recibiendo polvo de estrellas, el acto creativo que yace en las cenizas que tu lloras; el mismo mar que retumbaba de fondo la tarde que sonreíamos y tu voz se escuchaba tan clara como ahora. La memoria es algo tan misterioso. Sale de dónde, hacia dónde; tan frágil, tan colmada, tan que me hace llorar a veces y otras huir hasta el olvido. Sólo sé que hay una habitación vacía donde sólo mi sueño puede colmar en algo su absurdo, una habitación de donde salgo cada mañana y regreso cada noche, esperando reconocer la hora en que una de las dos acciones no retornará jamás.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario