CO.INCIDIR 83

Bienvenidos a Enero, saludando desde el último día; porque todo ha sido, es y será así, como mirando desde cualquier parte, como rondando el mismo círculo, como viajando al borde. Es verano, llueve, estamos todos guardados, haciendo sopaipillas y acurrucando el sofá en los brazos nuestros; tibias y tibios mirando la tormenta que se avecina. Han dicho que puede ser un tornado, pero mi hijo está en desacuerdo; la ciudad está demasiado invadida como para permitir la entrada de algo que se llevaría todo, los árboles, los techos, los paseos que aún siguen en la memoria, las tardes en el California rabiando con don Guillermo y su indiferencia y demora con el café; se volaría la plaza Bunster y sus frustradas convocatorias a cabildos; se iría la terraza del Ricky y la señora planta dialogando delirios; volaría el troncomóvil de la Vivi quién sabe hasta qué árbol de habichuelas y el tránsito desde tu departamento hasta el mío hace ya más de 5 años sería un zoom back delicioso. Se iría el pedazo de tumba que te habita y la canción sumergida en el barquito de papel de tu infancia, se irían esos eternos orgasmos de largas noches y tu asombro cínico. Saldrían disparadas nuestras lágrimas y ese deseo delirante, desbocado; y los pájaros que aguardaban a la entrada de tu casa dejarían las maletas en la puerta y yo pasaría otra noche prisionera. No, no tenemos esa suerte. Más bien la paciencia de ir viendo cómo caen nuestros muertos, leer más sobre la vida después de la vida (porque sólo cuando nos toca le damos importancia) e intentar escuchar fantasmas en la noche. Yo por mi parte sigo desvelada, haciendo de la noche el día; del final del mes, el inicio; del verano, un nuevo invierno. Todo se hado vuelta y no hay quien prometa volvernos a la cordura, a la supremacía humana, echarse al bolsillo los glaciares, poner en extinción algún armadillo inútil. Todo se puso de cabeza. Si hasta un invisible microscópico nos tiene acorralados. Y en las calles los pobres, los renegados, los oficinistas ignorantes y de mal gusto llegan al jardín de Warnken y lo mean. Todo al revés. Como ir retornando, como ir naciendo de nuevo y darle argumentos a la teoría del eterno retorno, mientras a nuestro paso deambulan estrellas y árboles de fronda y plantas fanerógamas. Sólo nos queda escuchar el presente. ¿Habrá cine más apto para el asombro? Truenos y relámpagos, rayos y centellas, y una tina húmeda donde iremos muriendo todos, con la certeza de haber habitado la existencia más extraordinaria que hoy se despide. Bienvenida edición 83, enero 2021, retrocediendo el calendario para puro co.incidir

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