CO.INCIDIR 101

¿Habrá color en la oscuridad, en el matiz de grises, en los opuestos? ¿Acaso luz y sombra delinean sin distraer? La línea continua, la vacilación, el olvido. Una mueca, la mirada oblicua, y ese silencio que agoniza, que recorre la ciudad. Llevamos el grito, los colores, la danza, como una estela vaciada hacia el poniente, donde los niños enfundaban explosiones de una sola conciencia disparada al infinito. Pero no bastó el impulso de 30 años. La ciudad cerró los dos millones de puertas, mascarilla volviendo a ser máscaras, la aceptación, la resignación, el vacío de todos los días, rejas recién pintadas, ladrillos recompuestos y un flashback devolviéndonos los ojos, los muertos de kayser retrocediendo de las llamas, las bandas desandando la alegría, la esperanza apagando el despertador de las siete, el canto de Mauricio antes de caer al infierno, la mañana sumergida del metro y sus carros de fuego, dormidos; un racconto y nada ha sido, auxiliares de aseo recuperando el brillo de las vitrinas, la batahola y las arengas entregadas como vuelto en las cajas del supermercado, Fabiola esperando el amanecer después del turno, la micro de madrugada detenida en el paradero, y un par de policías con modorra revolviendo el café en la cocina. Lejos, muy lejos se mueven las banderas; lejos, prisioneras de la memoria que vuelve a la tumba; lejos, tan lejos, que sólo el futuro podría cogerlas y lavarlas con el agua que perdimos. Lejos, como la nobleza, como la honradez, como va quedando la vida cuando no supimos qué hacer por ella. Y lejos, tan lejos como algunos que siguen mirando por las rendijas el camino al paraíso, paraíso en blanco y negro, en matices de grises, en contrastes; oasis cayendo del mapa, largo, estrecho como la ignorancia, como esa supuesta dignidad. Vamos tragando los colores, metabolizando, estremeciendo la sangre, comprendiendo. Y cuando ya no quedan señales y todo se tiñe de negro, el viento sur, los volantines sacuden las cenizas de las palabras y van cayendo una a una, hasta sembrar de color lo poco que queda de vida. Este septiembre no ha sido mejor que otros. En esta primavera sólo algunos pudimos co.incidir.

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