COINCIDIR 62

Abril es una de las estrellas que tiemblan en la noche de abril. Una estrella húmeda goteando sobre las hojas que para morir nacieron. Abril era poeta antes de ser estación. Los trenes llevan una niña colgando los pies del peldaño de fierro. Una niña invisible que vuela entre los últimos recuadros del universo. Una niña dibujada entre líneas, mitad verano y mitad otoño, despidiendo hojas para nacer árboles en el mañana. Abril teme que los pájaros no retornen, que huyan de los halagos y las fiestas, huyan hasta sumergirse en el último poema, para desaparecer detrás de la verdad que no se es dada a los hombres. Por eso Abril tiembla, porque no quiere morir, porque sabe que al tocar el cielo ya no habrá más vuelo ni nubes. El vuelo siempre es una esperanza; la utopía, sabemos, es el horizonte donde nunca se llega, porque llegar es morir. Abril tiene miedo de quedar sin voz, sin huellas, sin noche mansa, sin el tránsito en silencio, sin los pies descansados, sin ese respirar de acuerdo; abril quiere ser oscura, invisible, a medio camino, a medio horizonte, con los dedos alcanzando, la mirada de testigo; Abril quiere permanecer un tiempo más en ésta que ha sido y que sabe que ya no será nunca más después de tragarse el cielo. Abril sabe que viene retrasada porque tuvo un encuentro con su sombra, la del universo paralelo, la de la paradoja, la que mira desde el espejo y tiene silueta de luz. Abril sabe que tiene que irse con cuidado con ella si quiere volver a co.incidir. Bienvenida edición de otoño, con revelaciones de pura compasión.

1 comentario:

  1. me alimenta mucho esta revista. didfruto de sus valores y el rescate de los àrboles. la poesìa.es muy linda.

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